Hoy es 2 de Diciembre. Llegué el 18 de Octubre.
Estuve viviendo por quince días en un piso en el centro de Valencia, muy lindo, a 10 cuadras del edificio del Master… pero con otras 9 personas, de las cuales mi vecina tocaba la batería, de mi habitación caía agua del techo y la ventana no abría. Lo peor fue cuando llegó un compañero del master a alojarse algunos días en el suelo de mi habitación y se comió un kebab (comida típica turca que no probaba hace algunos años), vomitó y tampoco pudimos abrir la ventana. No me “mola”, y cuando no me mola no me mola, así que me mudé. Ahora vivo con 4 personas que no tocan a la batería. Está bien. Mi compañero de master vive acá pero ahora vomita en su habitación. Mi incansable búsqueda de un lugar tranquilo y espacioso por Valencia terminó. Aunque si yo soy el balance femenino que reclutaban para el piso, otro balance femenino que se alíe conmigo para que los empuje a limpiar la casa no vendría nada mal.
Ahora solo me falta conseguir una bicicleta para moverme en esta pequeña ciudad y terminar con mi inadaptación propia de una mujer que toma un avión al otro extremo del mundo y sale de su burbuja limeña a encontrarse viviendo en un piso del barrio de Benimaclet: una especie de Magdalena o Jesús María, pero llena de bares y cafés. Eso es bonito, “vamos a tomar un café al bar de la esquina un domingo”… ya que no hay familia. Hay algunos intentos de amigos que no han logrado superar a los que se quedaron por allá, obvio… a causa del poco tiempo. Ya llegarán, y si, siento que están llegando.
Estoy retrocediendo.
Para los que me conocen dirán: bueno, se está pasando de vueltas con el taller de guión. Lo cierto es que me estaba pasando de vueltas con el taller de guión por la culpa de Valencia. Primero lo primero. Ya saqué las cuentas y sólo fueron 10 días de movidas para conocer Valencia, ¡y me bastó!
Demasiadas emociones juntas no molan.
A todo esto, estaba retrocediendo en el sentido figurado y estúpido de buscar adaptarme, pero no real. Voy aterrizando.
Ahora escribo mi guión de largometraje, me desconcentro pero soy constante, así que confío mas en mi misma de que pronto llegaré a la ansiada meta de tener una historia clásica pero moderna.
Ahora solo me falta conseguir una bicicleta para moverme en esta pequeña ciudad y terminar con mi inadaptación propia de una mujer que toma un avión al otro extremo del mundo y sale de su burbuja limeña a encontrarse viviendo en un piso del barrio de Benimaclet: una especie de Magdalena o Jesús María, pero llena de bares y cafés. Eso es bonito, “vamos a tomar un café al bar de la esquina un domingo”… ya que no hay familia. Hay algunos intentos de amigos que no han logrado superar a los que se quedaron por allá, obvio… a causa del poco tiempo. Ya llegarán, y si, siento que están llegando.
Estoy retrocediendo.
Para los que me conocen dirán: bueno, se está pasando de vueltas con el taller de guión. Lo cierto es que me estaba pasando de vueltas con el taller de guión por la culpa de Valencia. Primero lo primero. Ya saqué las cuentas y sólo fueron 10 días de movidas para conocer Valencia, ¡y me bastó!
Demasiadas emociones juntas no molan.
A todo esto, estaba retrocediendo en el sentido figurado y estúpido de buscar adaptarme, pero no real. Voy aterrizando.
Ahora escribo mi guión de largometraje, me desconcentro pero soy constante, así que confío mas en mi misma de que pronto llegaré a la ansiada meta de tener una historia clásica pero moderna.
1 comentario:
Chere prima q todo este mejorando :D espero q t vaya mooooooooostro alla y como siempre exitos ;)
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